Psicología en casos de emergencia, crisis y desastres

La psicología de la emergencia se emplea en momentos críticos. En medio del caos de un accidente o una catástrofe natural, la atención psicológica inmediata resulta fundamental para los afectados y sus allegados. Este apoyo invisible puede marcar la diferencia entre recuperarse o sufrir un trauma que se prolongue en el tiempo. 

¿Qué es la psicología de emergencia y desastres?

La psicología de emergencia y desastres, también conocida como psicología de emergencias y catástrofes, se encarga de aplicar estrategias para atender las necesidades emocionales de las personas afectadas por situaciones críticas. Se trata ofrecer un acompañamiento eficaz en momentos de alto impacto, y su objetivo principal es aliviar el sufrimiento inmediato, restaurar la calma perdida y favorecer que las personas recuperen la sensación de control. 

La psicología de emergencia y desastres no solo se dirige a las víctimas directas, sino también a los familiares, testigos, equipos de rescate y profesionales que intervienen en el suceso. Su objetivo, entre muchos otros, es prevenir trastornos como el estrés postraumático, al tiempo que se fortalece la resiliencia, tanto individual como colectiva. En estas situaciones se combina el enfoque clínico con una perspectiva comunitaria, entendiendo que las crisis afectan a toda una red social y no únicamente a quienes estuvieron físicamente en peligro. 

Un elemento clave de la psicología de emergencia es la rapidez de respuesta. En emergencias, cada minuto cuenta y no todas las necesidades son iguales. Por este motivo, la intervención psicológica debe ser flexible, empática y adaptada a las condiciones emocionales de los afectados en cada momento y situación. 

Intervención psicológica en cada etapa/fase de una emergencia

La intervención en psicología de la emergencia se organiza en diferentes fases, porque el modo en que las personas viven el suceso y reaccionan ante él cambia con el tiempo. 

Fase de impacto agudo

Esta es la etapa que coincide con el momento del suceso o las horas inmediatamente posteriores. Las personas se enfrentan a un shock inicial, que suele venir acompañado de confusión, incredulidad y sensación de irrealidad. 

El objetivo en esta fase es estabilizar a la persona y reducir la intensidad emocional del momento. El profesional debe procurar un entorno seguro, ofrecer información clara y evitar intervenciones demasiado invasivas. Escuchar, acompañar y contener emocionalmente resulta más útil que intentar analizar o revivir lo sucedido. 

Fase de reacción y héroe

En los días o semanas siguientes puede aparecer una fase de reacción conocida como “fase de héroe”. Muchas personas, aún afectadas emocionalmente, se movilizan para ayudar a otros e intentan recuperar el control mediante la acción. 

Esta etapa suele caracterizarse por la cooperación y el sentido de propósito. Sin embargo, también puede inducir al agotamiento físico y psicológico. En estos casos, la labor del profesional consiste en canalizar esa energía, prevenir la fatiga emocional y acompañar la transición hacia una actitud más reflexiva y equilibrada. 

Fase de recuperación y reconstrucción

Cuando la emergencia inmediata ha pasado, comienza la fase de recuperación. Es el momento en que las personas empiezan a procesar lo ocurrido, reconocer las pérdidas y adaptarse a una nueva realidad. Aquí pueden aparecer sentimientos de tristeza, cansancio o incluso culpa. 

En esta etapa, la psicología de emergencias y catástrofes se centra en fortalecer las redes de apoyo social, promover el autocuidado y enseñar estrategias de afrontamiento. Para muchas personas no es necesario un tratamiento clínico, sino simplemente un acompañamiento empático que les permita recuperar la normalidad y reconstruir su proyecto de vida. En cambio, en los casos en que los síntomas se prolongan o intensifican, es recomendable derivar a la persona hacia una atención especializada. 

Primeros auxilios psicológicos (PAP)

Los primeros auxilios psicológicos (PAP) son una de las herramientas más importantes dentro de la psicología de la emergencia. Se trata de un conjunto de acciones destinadas a ofrecer apoyo emocional inmediato, que tienen como finalidad reducir el malestar, restaurar la calma y fomentar una recuperación natural. 

Aplicar los primeros auxilios psicológicos implica escuchar a la persona de forma respetuosa, ofrecerle una información comprensible, ayudarle a cubrir necesidades básicas y facilitar el contacto con familiares o redes de apoyo. Lo ideal es actuar sin forzar conversaciones sobre el suceso y sin emitir juicios. 

Los PAP pueden ser aplicados tanto por psicólogos, como por profesionales de la salud o personal de emergencias con la formación necesaria. Su principal objetivo es contribuir a que las personas recuperen una mínima estabilidad emocional en los primeros momentos tras la catástrofe. 

Reacciones psicológicas comunes ante una catástrofe

Las reacciones psicológicas frente a una emergencia pueden ser muy diversas, y la mayoría son respuestas normales ante una situación excepcional. En los primeros días es frecuente experimentar una sensación de incredulidad. Muchas personas sienten miedo, ansiedad o se mantienen en un estado de hipervigilancia constante, como si el peligro pudiera volver en cualquier momento. También pueden presentarse alteraciones del sueño, dificultades para concentrarse, irritabilidad o tristeza profunda. 

Algunos individuos reaccionan con culpa, creyendo que podrían haber hecho algo más para evitar lo ocurrido. Otros individuos desarrollan problemas físicos asociados, como dolor de cabeza, fatiga o cambios en el apetito, que es necesario vigilar, por si se prolongan en el tiempo. 

El acompañamiento que supone la psicología de la emergencia ayuda a normalizar las emociones, reforzar la sensación de control y prevenir la aparición de trastornos más graves, que puedan mermar la calidad de vida de la persona en el futuro.